En el primer artículo de nuestra serie sobre el duelo hablamos sobre las pérdidas, las etapas del proceso de duelo y cómo podemos ayudar a quienes se están enfrentando a algún tipo de pérdida en sus vidas. En esta segunda parte, queremos compartir contigo otra serie de consejos prácticos.
Esta vez, vamos a enfocarnos en ejercicios grupales que se puedan llevar a cabo dentro de una comunidad de fe. Estos ejercicios ayudarán a las personas a sobrellevar sus pérdidas de una manera más sana y ojalá también sean un espacio para procesar las experiencias y sentimientos que tienen. Todo esto en un espacio seguro, compasivo y con personas preparadas para brindarles el apoyo que necesitan.
Es muy importante que estos ejercicios se realicen en un lugar que sea cómodo, privado y donde quede claro que todo lo que compartan los participantes es confidencial. Es decir, no puede salir de ese lugar lo que las personas conversen. Además, es fundamental que antes de hacer estos ejercicios, los grupos hayan podido conocerse e ir desarrollando un nivel de confianza entre ellos para entonces poder comenzar a procesar lo que están viviendo juntos.
Si no se hace este trabajo previo será complejo lograr que haya la confianza y apertura necesaria para realizar los ejercicios grupales. Otra consideración que es necesaria tomar en cuenta, es que los participantes no están obligados a compartir con el grupo si no lo quieren hacer. Es crucial respetar los tiempos y procesos internos de cada persona.
Ahora bien, a continuación, podrán encontrar algunos ejercicios que se pueden realizar en grupos pequeños dentro de una comunidad de fe.
Una forma de poder ir avanzando hacia la etapa de aceptación de la pérdida es escribiéndole una carta a ese ser querido que ya no está presente. Es un ejercicio libre, donde no hay un formato ni estructura de cómo debe ser la carta o su extensión. En el caso de que la pérdida no sea la de una persona o relación, se puede escribir una carta, por ejemplo, a nuestro trabajo o casa. En el caso de quienes han perdido su trabajo o su vivienda.
Los participantes no están obligados a leer su carta frente al grupo. Sin embargo, es útil motivarlos a que puedan compartir cómo se sintieron con el ejercicio y si les fue útil o no.
Antes de esta sesión, se le invita a los participantes a que traigan un objeto que tenga un significado especial relacionado con la pérdida que están viviendo. Por ejemplo, puede ser la foto de su ser querido, un adorno de la casa, un libro, etc.
Se le da tiempo a los participantes a que reflexionen sobre la importancia de este objeto y cuenten la historia de por qué es tan importante para ellos. Lo ideal es que cada persona pueda compartir esto con el grupo. Sin embargo, quienes no quieran hacerlo puedo escribir su reflexión en un papel y mantenerla en privado.
La naturaleza nos conecta con la Creación y con Dios, por lo que pasar tiempo al aire libre es beneficioso en muchos sentidos.
Esta actividad busca que los participantes se vuelvan a conectar con sus cuerpos, la naturaleza y vayan desarrollando lazos con sus compañeros del grupo. Es útil que sea un paseo fácil de realizar, que lo puedan disfrutar y donde tengan lugares para descansar, ir al baño o comer algún snack. Estas paradas se pueden usar para que el o los facilitadores les inviten a compartir qué les ha parecido la experiencia, qué es lo que más les ha gustado y si les ha ayudado en su conexión con Dios.
Como puedes ver, estos ejercicios prácticos no requieren de grandes recursos para que puedan ser llevados a cabo. Lo que sí es muy importante es que haya una o dos personas que puedan facilitar estas sesiones de manera adecuada.
Especialmente, porque es necesario que los participantes se sientan cómodos , seguros y que sepan que si surge cualquier conflicto o situación difícil, habrá una persona que los atenderá y ayudará a afrontar la situación.